La sustancia blanca, que debe su nombre a su apariencia blanquecina, es una de las dos componentes del sistema nervioso central, siendo la otra la sustancia gris. Este tipo de tejido se encuentra en el cerebro, la médula espinal y el resto del sistema nervioso central, y se compone principalmente de axones mielinizados, que son prolongaciones de las neuronas, recubiertas por una capa de mielina, una sustancia grasosa y blanca que protege las fibras nerviosas y facilita la transmisión de señales eléctricas entre las células nerviosas.

Las fibras de la sustancia blanca son las responsables de conectar diferentes áreas de la sustancia gris en todo el cerebro, lo que permite la comunicación rápida y eficiente entre las diferentes regiones cerebrales y entre el cerebro y el resto del cuerpo. En este sentido, la sustancia blanca actúa como una red de comunicación que permite la integración de las diversas funciones del sistema nervioso.

Los axones mielinizados son la razón de que la sustancia blanca tenga su característico color blanquecino. La mielina es una capa de grasa y proteínas que se enrolla alrededor del axón, formando una especie de tubo aislante. Esta capa de mielina acelera la velocidad de transmisión de las señales eléctricas a lo largo del axón, permitiendo una comunicación rápida y eficiente entre las células nerviosas. Los axones sin mielina, en comparación, transmiten las señales a una velocidad mucho más lenta.

La sustancia blanca está organizada en haces de fibras, que se denominan tractos o vías. Estos tractos conectan diferentes partes del sistema nervioso central y se pueden categorizar según su función y la dirección de la señal que transportan. Los tractos de proyección, por ejemplo, conectan el cerebro con la médula espinal y el resto del cuerpo, mientras que los tractos de asociación conectan diferentes partes del mismo hemisferio cerebral y los tractos comisurales conectan los dos hemisferios cerebrales.

El volumen y la integridad de la sustancia blanca en el cerebro son cruciales para una serie de funciones cognitivas, como la velocidad de procesamiento, la memoria y el aprendizaje. 

El estudio de la sustancia blanca ha experimentado avances significativos en las últimas décadas gracias al desarrollo de técnicas de neuroimagen, como la resonancia magnética, que permiten visualizar y medir la sustancia blanca en el cerebro vivo. 

(De la Clínica Universidad de Navarra)

• La pérdida auditiva tiene efectos específicos de cada tracto en lugar de generalizados sobre la sustancia blanca.
• Los efectos más pronunciados se encuentran en el fascículo longitudinal superior*.
• La fuerza de las asociaciones varía según el rango de frecuencia del umbral auditivo.
• La adición de efectos de edad no lineales elimina mejor los factores de confusión relacionados con la edad.

*El fascículo longitudinal superior (FLS) es un tracto asociativo de sustancia blanca de largo alcance que une las áreas temporoparietales asociadas a la percepción con las áreas frontales inferiores implicadas en la producción

La pérdida auditiva se considera un factor de riesgo potencialmente modificable para la demencia. La teoría de la privación sensorial postula que la pérdida auditiva afecta negativamente la cognición en los adultos mayores a través de cambios estructurales en el cerebro, pero los estudios longitudinales son escasos.

Para encontrar evidencia de un posible efecto perjudicial de la pérdida auditiva en la microestructura de la materia blanca, realizaron un estudio longitudinal en el Estudio de Rotterdam basado en un total de 1877 participantes con una edad media al inicio de 56,4 años (RIC: [52,2-60,0]) se sometieron a audiometría y tenían datos de imágenes de difusión longitudinal disponibles con un seguimiento medio de 4,0 años. Un nivel más bajo de agudeza auditiva se asoció con una peor microestructura de la materia blanca en el fascículo uncinado izquierdo* y el fascículo longitudinal superior** al inicio. Una agudeza auditiva más pobre también se asoció con un deterioro microestructural más rápido con el tiempo en el fascículo longitudinal superior izquierdo. Los efectos más fuertes se observaron para los umbrales de audición de baja frecuencia, mientras que los umbrales de alta frecuencia mostraron las asociaciones más débiles.

Estos resultados sugieren que la pérdida auditiva puede contribuir al deterioro de la estructura cerebral relacionado con la edad, lo que es coherente con la teoría de la privación sensorial.

*El fascículo uncinado es una estructura anatómica clave en el cerebro humano que desempeña un papel fundamental en diversas funciones cognitivas y emocionales.

**El fascículo longitudinal superior es un haz de fibras de sustancia blanca que pone en comunicación el área y Broca y él área de Wernicke (áreas fundamentales en el lenguaje).

En conclusión, un nivel más bajo de agudeza auditiva se asocia con una peor microestructura de la materia blanca en el UNC (uncinate fasciculus) izquierdo y el SLF  ( superior longitudinal fasciculus) izquierdo al inicio del estudio, y una degeneración acelerada en el SLF izquierdo con el tiempo. Estas asociaciones siguieron siendo significativas después de corregir el declive general en la microestructura global de la materia blanca, lo que sugiere que los tractos de materia blanca específicos asociados con el procesamiento auditivo muestran un declive más pronunciado con una audición más deficiente.

Los hallazgos son consistentes con la teoría de la privación sensorial y sugieren que la pérdida auditiva es de hecho un factor de riesgo para la degradación relacionada con la edad en la estructura y función cerebrales.

Podéis leer más sobre este estudio en el siguiente enlace:

Science Direct ELSEVIER

Pérdida auditiva y su relación con los cambios longitudinales en la microestructura de la sustancia blanca en adultos mayores: el estudio de Rotterdam